Despiadadamente golpeado,
dolido, y lleno de miedo,
me llevan al ruedo.
La gente no percibe mi desespero.

Montado a caballo,
y con ojos sádicos,
hieres mi espalda
con una lanza adornada.

Las heridas que antes me hicieron
no me permiten
mirarte de frente
¡Siento mi cabeza pesada!

¡Tengo miedo!
Y de nuevo desespero...
¡Salvar mi vida
es lo que quiero!

Cuál verdugo atacas,
traspasas sin piedad
la filosa punta
incrustandola en mi lomo.

Mientras me desangro,
te miro matador...
Con tu traje elegante,
ondeando el capote a cada instante.

Bajo mi triste mirada
no comprendo nada...
¡Torero!
¿Porqué quieres llenar tus arcas
con mi sangre derramada?

Me miras cansado,
y te avalanzas sin remordimiento
para la estocada final,
incrustando tu espada
en este supuesto insensible animal.

Te vanaglorias
arrancando de tajo mis orejas
¡Y la gente enfebrecida te aclama!
¡Por quitarme la vida!

Mientras lentamente agonizo
y me arrastran, pienso...
¿Porqué? ¿Porqué no arar
y sembrar juntos la tierra?

¡Es mejor dar vida, que acabar con ella!