jueves, 7 de marzo de 2013

Un poema de amor



¡Cariño, eres mi ventura!  
¡No ha de interponerse nada entre nosotros!  
Que te honran los mares con sus vírgenes olas  
y la diócesis de estrellas luminosas.

Ni buques de guerra.
Ni icebergs de un glaciar ventisquero.
Mucho menos una explosión solar
 ni la opacidad de extintas noches serenas. 

  Que ante ellos he innovado los votos de mi sentir
 ¡Seguirá intacta mi veneración por ti!  
En las formas de nuestro apego solo hay de dos;  
Uno es lo sagrado y otro el consagrado.

Pero para mi es un placer dedicarte mi oda.  
Descubrir que aún mis halagos te conmueven
  como a las magnolias con su fecunda relación  
con tu gracia dar fe en la tierra del amor. 

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