Como se las ideaba aquel intangible ser…
Montado en su emplumada genialidad
escapaba de las fauces del silencio.
Un suspiro…
Un bostezo somnoliento…
Un resuello del adormilado engendro...
Y en libertad se confundía con las aves.
Desde la punta de la lengua
evocaba su sentir con fundamento;
como quién da fe de sus convicciones
ondeando un estandarte acorde con el viento.
Casi en ademán travieso o
por la influencia como de un conjuro
reencarnaba en el corazón del antes muerto eco,
quien bucólico, como en un beso, difundía su decir.
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