jueves, 28 de febrero de 2013

La voz



Como se las ideaba aquel intangible ser…  
Montado en su emplumada genialidad 
escapaba de las fauces del silencio.

Un suspiro…
Un bostezo somnoliento…
 Un resuello del adormilado engendro...
  Y en libertad se confundía con las aves.

Desde la punta de la lengua
  evocaba su sentir con fundamento;  
como quién da fe de sus convicciones  
ondeando un estandarte acorde con el viento.

Casi en ademán travieso o
 por la influencia como de un conjuro
 reencarnaba en el corazón del antes muerto eco,
 quien bucólico, como en un beso, difundía su decir.


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